La Guardia Civil de Castro Urdiales vivió ayer una situación rocambiolesca tras montar un control en la zona de Saltacaballo. El dispositivo desplegado en las inmediaciones de una discoteca 'after hour' tuvo consecuencias surrealistas. La Guardia Civil no practicó ninguna detención, porque entendió que no había motivos para ello, pero, por motivos que ignora, sigue sin comprender cómo el conductor del coche al que dio el alto acabó con sus huesos en el fondo de un acantilado. Salvó la vida de milagro.
El percance tuvo lugar sobre las 13.30 hora, cuando una patrulla rural del instituto armado interceptó un vehículo en el que viajaban dos jóvenes. Sin dar ninguna clase de explicaciones y ante la mirada atónita de los agentes, el conductor paró el motor, salió del turismo y se puso a correr al pedirle la documentación. Por causas desconocidas, el individuo emprendió la carrera de su vida. Absolutamente desenfrenado. Tan acelerado iba que perdió el control y, sin tiempo a echar el freno a su potente zancada, se precipitó por el acantilado.
Cayó al fondo de la escarpa. Tuvo suerte. Según la Delegación del Gobierno de Cantabria, sólo sufrió lesiones «leves». Un helicóptero de SOS Cantabria rescató al joven y lo trasladó al hospital santanderino de Valdecilla. La Guardia Civil sigue sin comprender nada.

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