Paco Larrañaga, preso en Filipinas desde 1997, será trasladado a una cárcel española de forma inminente. «La mejor de las noticias» para el recluso de origen guipuzcoano y su familia fue confirmada ayer por el ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, de visita oficial en el archipiélago asiático. «Ya está todo terminado y concluido. Su llegada a España es inmediata y sólo depende ya de que él mismo o su familia decida cómo y cuándo, y nosotros lo recibiremos y acogeremos», aseguró nada más conocer que el Gobierno filipino autorizaba la repatriación. El reo está condenado a cadena perpetua por el asesinato de dos hermanas, delito del que Paco -hijo del ex pelotari vasco Manuel Larrañaga-, siempre se ha declarado inocente.
Su pesadilla comenzó hace casi doce años. Exactamente en septiembre de 1997. Francisco Larrañaga Osmaya, como realmente se llama, fue detenido en esa fecha como presunto autor del rapto y violación de las hermanas Marijoy y Jacqueline Chiong en la isla filipina de Cebú. Tenía 19 años cuando fue acusado, junto a otros seis hombres, de este crimen, e internado en la prisión de New Bilibid, la mayor penitenciaria del sureste asiático, donde se hacinan 16.000 reclusos.
Dos años después, en 1999, fue condenado a la cadena perpetua, pero su sufrimiento no acabó ahí. En 2004 el Tribunal Supremo de Filipinas elevó su pena: debía morir por inyección letal. Todo el proceso judicial estuvo «plagado de irregularidades», como denunció desde su abogado defensor hasta Amnistía Internacional o la propia Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
La acusación contra Larrañaga se sustentó en el testimonio de un pequeño delincuente que afirmó haber participado en el secuestro, pero no en el asesinato de las dos hermanas, y que señaló como culpables a los siete condenados a cambio de inmunidad. Es más, un ex policía filipino que participó en el caso aseguró que tanto Paco como otros dos condenados eran inocentes. Roy Codiñera, ex miembro de la División de Investigación Criminal de Cebú, sostuvo que el principal testigo de la acusación, Davidson 'Tisoy' Rusia, obtuvo su libertad tras inventarse la participación en el doble crimen de Larrañaga y dos jóvenes más, «cuyos nombres fueron añadidos al informe a mano».
Acuerdo bilateral
Según el sumario, las hermanas Chiong, de 19 y 21 años, fueron secuestradas, trasladadas a una casa de las afueras de la ciudad y violadas, golpeadas y humilladas en lo que la Policía describe como una «orgía de vejaciones». Un crimen que encendió a la opinión pública filipina, que reclamaba ya la ejecución de las penas de muerte.
Larrañaga siempre sostuvo que aquella noche estaba en Manila, a 600 kilómetros del lugar donde se cometieron los brutales crímenes. Su defensa presentó 35 testigos y las listas de pasajeros de todas las compañías aéreas que cubrían la ruta entre ambas islas para demostrar que no estaba en Cebú. Pero el juez instructor consideró que el acusado podría haber viajado en un avión privado, aunque los aeropuertos afirmaron que ese vuelo no se produjo.
Ahora, se pone el punto y final a un largo y complicado camino diplomático, que dio un paso de gigante en 2007, cuando España y Filipinas firmaron un acuerdo recíproco para el cumplimiento de las penas en el país de origen del recluso, lo que abría las puertas del regreso de Larrañaga. La pesadilla empezaba pues a tener fin, aunque todavía quedaba por rematar el proceso burocrático de cuya resolución dio cuenta ayer Moratinos. «Ha sido un proceso largo, pero ha concluido», insistió el ministro español, que hoy se reunirá con los padres de Paco, Manuel Larrañaga y Margot González, para concretar y agilizar los plazos administrativos del traslado del recluso.
Alegría de la familia
Javier Viada, abogado en España de Paco Larrañaga, no podía ocultar la alegría por la noticia que él mismo trasladó a la familia guipuzcoana del preso. «Lo importante es que Paco pueda salir de allí cuanto antes. Hay que cumplir los puntos que establece el acuerdo, pero calculo que estará en España para antes del verano», pronosticaba el letrado a través del teléfono, que no paró de sonar durante todo el día.
El móvil de Asier, primo de Paco Larrañaga, también echaba humo. «Que Paco vuelve ya», le dijo al otro lado del hilo telefónico su mujer, que apenas podía articular palabra de la emoción. Una cadena de televisión les había llamado minutos antes para recoger su reacción ante el inminente traslado del recluso. «Nos hemos llevado tantos golpes por noticias que nunca se han cumplido que al principio no nos lo hemos creído», contaba ayer por la tarde el joven, vecino de Beasain, aliviado porque esta vez, sin embargo, «es la definitiva». «Estamos muy contentos, emocionadísimos y deseando que aterrice ya su avión», confesaba. «Vamos a disfrutar de este día y a preparar la verdadera celebración, cuando Paco ya esté en España», añadían sus familiares guipuzcoanos.
En Barcelona también saltaron de alegría con la decisión del Gobierno filipino. En la Ciudad Condal viven varios familiares de Larrañaga, que se reunieron en el despacho de Javier Viada, el abogado en España del reo. «Estamos contentísimos. Paco tenía que salir de allí. No sabemos a qué penal será trasladado, pero la peor cárcel española es un hotel de cinco estrellas comparada con la mejor de Filipinas», describía el letrado.
Una vez en España, Larrañaga cumplirá su condena conforme a las leyes del Estado, donde no existe la cadena perpetua, por lo que no estará más de 30 años en prisión. El joven ya ha cumplido casi trece en Filipinas.
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