Aunque hace ya casi cinco años que colgó las botas, cuando uno piensa en Gaizka Mendieta (Bilbao, 1974) se lo imagina jugando en la selección actual entre Xavi, Iniesta, Cesc y compañía. Si en los 90 hubo un futbolista capaz de reclamar un lugar en La Roja actual fue él. Se retiró en 2008 con un palmarés que no hace justicia a su calidad, pero hoy puede presumir de algo que no ha conseguido ningún otro futbolista: haber puesto en pie a Mestalla, uno de los estadios más exigentes de España, y haber hecho bailar a los asistentes al FIB, el festival de música alternativa más importante del país.
Mendieta no encajó nunca en el estereotipo de estrella del fútbol. Cuentan que en Valencia era más fácil verle en una sala de cine en versión original que en un local de copas de moda. Mientras las estrellas del momento coleccionaban deportivos, él acumulaba guitarras y vinilos. La música le cautivó antes incluso que el fútbol. La culpa la tuvo la Velvet Undergound. Pero la convivencia entre el rock y el deporte resultaba conflictiva. "Nunca me escaqueé de un entrenamiento para ir a un concierto. Al contrario, me he perdido muchos conciertos por tener entrenamiento o partido", asegura.
La música y el fútbol se cruzan a menudo en el vestuario. Antes de cada partido, los jugadores reproducen sus canciones preferidas en un ritual casi litúrgico. Las de Mendieta, sin embargo, rara vez sonaban. "A mí me solía tocar tirar de auriculares. La mayoría es la que manda y la mayoría prefería otro tipo de música", recuerda. Paradójicamente, hoy pincha música ante miles de personas que pagan por bailar al ritmo que les marca.
"El Madrid es como U2, una gran banda que llena estadios y siempre cumple"
El ex futbolista forma, junto a Juan Vitoria y Arizona Dylan, Gasteiz Gang Djs. Debutaron el verano pasado en Benicàssim y el sábado confirmaron la alternativa en la sala Ocho y medio de Madrid. A juzgar por el entusiasmo del personal, podrían haber dado la vuelta al ruedo.
Como jugador, una de sus cualidades, junto al exquisito toque de balón, fue la polivalencia. Brilló de lateral en sus primeros años y posteriormente en el centro del campo. Esa misma versatilidad es, según él, la que le define como pinchadiscos: "Somos capaces de pinchar desde Motown a soul hasta rock indie de los 80, 90 o de ahora. Hay gente que lo hace, pero los Djs tienden más a especializarse en un estilo".
Desde que colgó las botas en el Middlesbrough, Mendieta vive en Yarn, un pequeño pueblo de Inglaterra. Siempre le atrajo la cultura británica. "Aquí entras en un supermercado y suenan Oasis, Blur o los Arctic Monkeys", bromea. Desde las Islas gestiona sus negocios españoles y colabora como comentarista de televisión. Cuando consigue cuadrar las fechas con sus dos compañeros, vuela a España para ponerse a los platos. A raíz del FIB les llueven las ofertas, pero lo hacen sólo por placer. "Nos gusta la música, nos gusta que la gente se divierta y se lo pase bien escuchando lo que pinchamos, pero no tenemos otra aspiración. No va más allá".
Mendieta atendió a MARCA minutos antes de arrancar la sesión. "Nervios no sientes, pero sí cierto gusanillo por ver cómo va a reaccionar la gente". En la discoteca, la respuesta del público es más inmediata si cabe que en el estadio. Si bailan, todo va bien. Si no... toca cambiar de sistema. "Creo que es más difícil poner en pie un estadio que hacer bailar a una sala. Aquí la gente viene con predisposición a pasarlo bien. A un campo acude a ver qué pasa", admite.
"El Barça sería Pavement, una banda 'indie' que cuida las formas, los detalles..."
Si como jugador usaba la música para concentrarse, antes de una sesión se relaja charlando. De música y, cómo no, de fútbol. Aunque el Valencia, club del que el ex presidente Pedro Cortés llegó a considerarle "el murciélago del escudo", acaba de perder en casa, el Clásico de hoy se impone en la conversación. El ex azulgrana no se atreve a pronosticar un resultado -"son partidos imprevisibles", dice-, pero advierte que la eliminatoria puede condicionar el resto de la temporada "sobre todo si gana el Barça, porque si no es complicado que este Madrid tan fuerte pierda cinco puntos".
Aunque no se moja, sí se anima con una metáfora musical para explicar los estilos tan diferentes que representan los dos gigantes de la Liga: "El Madrid sería U2, una gran banda que llena estadios, cumple y hace disfrutar a la gente. El Barça sería Pavement, una banda independiente, que cuida los detalles, la forma, el entorno y que tiene una producción. En ambos casos son admirables".
Admirables, sí, pero entre los irlandeses y los americanos, Mendieta lo tiene claro. Tanto en el sentido literal como en el metafórico. "Yo soy más de Pavement", reconoce sonriendo: "He jugado en el Barça, me identifico más con su filosofía de cuidar los detalles. Pero la virtud del entrenador está en explotar los recursos que tiene y en eso Mourinho ha demostrado ser el número uno, al igual que Guardiola. Ambos son los mejores en sus formas de ser, pero yo estoy más en la línea de Guardiola".
Admira el trabajo de los técnicos, pero de momento no se va a dejar ver por los banquillos: "Quiero hacer el curso de entrenador por curiosidad, pero no tengo intención de entrenar. Tengo un proyecto en marcha, una escuela de fútbol en la que pretendemos ayudar tanto a jugadores ingleses como españoles. Mi carrera va más en ese enfoque que a la vuelta al fútbol profesional. Por ahora no lo veo".
De momento, seguirá disfrutando de su pasión musical repartiendo juego desde la cabina. Quienes quieran disfrutar de su toque, tendrán que saltar a la pista.
